La contaminación atmosférica es peligrosa para el desarrollo cerebral de los bebés. Lo anterior lo leí en un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) titulado «Peligro en el aire, cómo la contaminación del aire puede afectar el desarrollo cerebral de niños pequeños” en el que decía que más de tres cuartas partes de los menores de 1 año respiran niveles de polución por encima de los niveles máximos propuestos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La cifra por sí sola ya es preocupante pero, para mí, que tengo dos hijos pequeños, los efectos me inquietaron aún más. Ya conocía los vínculos entre la contaminación del aire y el asma, la bronquitis y otras enfermedades respiratorias, pero estas nuevas investigaciones me pusieron muy alerta sobre la salud de mis pequeños.

Hace unos días se conmemoró el Día Mundial de la Salud, por lo que consideré pertinente traer a colación este reporte, en el que se alerta de que las partículas ultrafinas pueden entrar en el torrente sanguíneo, viajar al cerebro y dañar la barrera hematoencefálica que aísla al fluido extracelular. De tal manera que, pueden causar neuroinflamación, algo especialmente peligroso en el caso de los bebés, cuyo cerebro está en desarrollo, y es más vulnerable.

Por ello, las partículas suspendidas en el aire de zonas urbanas pueden dañar áreas clave para la comunicación entre neuronas, o conducir a enfermedades neurodegenerativas y afectaciones en la salud que impactarán el resto de su vida.

Es importante recalcar que el cerebro de un niño pequeño es especialmente delicado ya que puede sufrir daños con una dosis menor de sustancias químicas tóxicas que el de un adulto.

Los bebés, y las niñas y niños en general, son además más vulnerables a la contaminación del aire porque respiran más rápido, lo que los expone a un mayor volumen de aire y de contaminantes que a los adultos, y porque sus defensas y su sistema inmune no están completamente desarrollados.

Así que, la contaminación del aire, igual que una nutrición deficiente, una estimulación incorrecta y la exposición a la violencia durante los primeros y fundamentales mil días de vida, afecta al cerebro en crecimiento de los pequeños, por lo que puede repercutir en su desarrollo durante la primera infancia, y tener un impacto negativo en su desarrollo y en su futuro.

¿Cómo podemos evitar ese daño?

En principio, la petición en la que niñas y niños solicitan a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) que haga más estrictos los índices con los que se mide la calidad de aire en México, mismos que actualmente rebasan los niveles sugeridos por la OMS.

Esta iniciativa es apoyada por sus padres y madres, quienes saben que la salud de sus hijos está en riesgo, y que además, si no ven reflejadas sus demandas, el futuro de todos corre peligro.

Asimismo, podemos buscar alternativas para transportarnos, que no requieran de la quema de combustibles fósiles como hacer viajes más eficientes, compartir el automóvil, hacer un mayor uso del transporte público, bicicleta y caminar.

También procura que los pequeños se desplacen durante los períodos en que la contaminación del aire es menor, y que durante los días con mayores niveles permanezcan el menor tiempo posible en exteriores.

Y en general, en términos de responsabilidad de nuestras autoridades, es urgente que se mejoren las normas mexicanas que definen los niveles de calidad del aire aceptables, incrementar la oferta de transporte público, digno, suficiente, seguro, confiable, y el monitoreo adecuado y preciso de lo niveles de contaminación atmosférica en todas las ciudades del país.