Para algunos un sueño por cumplir, para otros una asignatura pendiente, una profesión escondida, otros tienen la dicha que sea un trabajo diario, pero sin dudas para todos es una vocación que se lleva en el alma.
Porque la voz es el vehículo de nuestros sentimientos, con nuestra voz dijimos mamá, papá, con nuestra voz conquistamos a nuestro primer amor. Nuestra voz la usamos para enseñarle a nuestros hijos, con nuestra voz gritamos, lloramos, dijimos las cosas más duras y más hermosas.

Sólo los que vivimos de esta profesión sabemos con certeza que nuestra voz es el puente entre nuestra alma y el mundo. Por eso elegimos ser locutores.

Ser locutor es poder expresar con una palabra un consejo, dar ánimo a través de un micrófono, hacer llorar con una interpretación o sacar una carcajada con un acting, disfrutar vendiendo un producto, presentando algunos programas de televisión o identificando un medio.

Nosotros sabemos que en cada frase que decimos, aunque estemos leyendo un texto escrito por otro, estamos dejando algo nuestro. Algunos le llaman “estilo”, otros hablan de “marca personal”. Esta publicidad tiene el sello de tal o cual, pero nosotros sabemos que estamos dejando parte de nuestro ser en ese trabajo, eso es ser locutor.